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Chalet Portillo

Karranza Harana-Valle de Carranza - Arquitectura residencial - Chalet

El chalet Portillo es un ejemplo de arquitectura de indianos, encargado por D. Luis Portillo Rodrigo al arquitecto vasco-francés Jean Batiste Darroquy, hacia 1904. Se trataba de convertir un caserío apaisado trucense en una nueva residencia burguesa. En lo estilístico esa reforma condicionó la utilización de tres registros: el Eclecticismo clasicista, el Neovasco de procedencia francesa y el Regionalismo neonormando. El edificio se cubre con una cubierta compleja de amplios vuelos que descansa sobre imponentes canes. El cromatismo, crema y rojo, nos remite a la influencia de la arquitectura francesa. El chalet se cierra con una cerca de magnífico diseño que destaca por la verja de hierro de tenue sabor modernista y los pilarotes de piedra caliza de Carranza.

 

Créditos

Texto: Gorka Pérez de la Peña Fotografías: Miguel A. Nuño

Acceso

En el centro administrativo del municipio, enfrente del ayuntamiento.

Horario

Es propiedad privada.

Localización

La Tejera, 1.

Información

El chalet Portillo es un ejemplo de arquitectura de indianos, ya que su propietario, Luis Portillo Rodrigo, fue un carranzano que hizo fortuna en Cuba con un negocio de tostadero de café. Regresó a Bizkaia a comienzos de siglo fijando su residencia en Bilbao, en Alameda de Recalde nº 32, casa desaparecida, y que formaba medianera con la de Montero (Alameda de Recalde nº 34). En Carranza compró una casa rural en 1901 con la intención de reformarla para destinarla a casa de veraneo. El proyecto lo encargó a Jean Batiste Darroquy. No sabemos la fecha exacta de construcción pero tuvo que ser hacia 1904, fecha en la que este arquitecto vasco-francés estaba trabajando en Carranza en la construcción del chalet Hernáiz. En la elección de Darroquy influyó decisivamente la realización del chalet Hernáiz, pero también hay que tener presente que Portillo conocía bien a este arquitecto por vivir junto a una de sus realizaciones.

Darroquy fue un arquitecto de origen vasco-francés, cuya presencia en Bizkaia se debió a su intervención en la realización de las obras del Palacio Foral entre 1890 y 1900 como profesional contratado por el estudio del arquitecto Luis Aladrén, ganador del concurso de ese edificio. El ejercicio profesional de Darroquy no se conoce del todo, en ello influiría su condición de extranjero, lo que le incapacitaba para ese ejercicio. Las obras las firmaba pero sin especificar su condición de arquitecto, y nunca en las licencias municipales, que lo hacía otro profesional; como en el caso del chalet Chávarri en Portugalete, en el que los planos de la licencia los firmaba Atanasio Anduiza. El papel de Darroquy en la arquitectura del País Vasco fue decisivo para la introducción del modernismo, a través de obras como el Teatro Campos (1902) y la Casa Montero (1902). Dos excepcionales ejemplos que trascienden el marco local.

El chalet Portillo fue una realización compleja y nada fácil de resolver porque se partía del pie forzado de reformar un caserío apaisado trucense con el acceso en la fachada sur, en una casa burguesa que debía situar el acceso al oeste, hacia el camino, pero conservando la fachada principal antigua. La solución de Darroquy fue respetar el edificio existente, salvo las fachadas oeste y este, en las que añadió dos cuerpos nuevos para ajustarse al programa requerido. Con esa solución no se conseguía una unidad compositiva.

En lo estilístico esa reforma condicionó la utilización de tres registros diferentes, en las fachadas oeste y norte, el eclecticismo clasicista, en la norte, el neovasco de procedencia francesa, y en la este, la más condicionada al tener que respetar los espolones pertenecientes al caserío trucense, dispuso un complejo trabajo de madera que tiene referencias tanto en el neonormando como en la arquitectura neovasca de origen francés. Y como nota destacada que da impronta al chalet, la cubierta compleja de amplios vuelos que descansa sobre imponentes canes para proteger de las inclemencias climatológicas a las fachadas peor orientadas. El cromatismo, crema y rojo, nos remite a la influencia de la arquitectura francesa.

Las reformas introducidas por Darroquy se entienden mejor desde el programa residencial, ya que el cuerpo al este es para ubicar los baños, con la solución a la francesa de disponerlos en el rellano de la escalera y el del oeste es para colocar el acceso en la planta baja y la habitación principal en el piso primero. El programa residencial se ordena en tres niveles: las piezas de relación en la planta baja y la privada en los dos restantes pisos, el primero para los propietarios y el desván para el servicio. La vivienda se articula en función de un gran hall que atraviesa la crujía central y en planta baja dispone de salón, sala, despacho, dormitorio y comedor con chimenea.

El chalet se cierra con una cerca de magnífico diseño que destaca por la verja de hierro de tenue sabor modernista y los pilarotes de piedra caliza de Carranza.
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