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Santuario de Nuestra Señora de Andikona

Berriz - Arquitectura religiosa - Santuarios

El Santuario de Andikona es considerado una pequeña joya de nuestro patrimonio por su encanto y por la belleza de su emplazamiento en el monte Oiz. El edificio esta datado en 1520 y responde al estilo gótico, muy proporcionado y armónico, propio del País Vasco en el siglo XVI. La nave es de tres tramos, a la cabecera hay una sacristía y, al flanco de mediodía, un pórtico. Como era habitual en los templos rurales, no dispone de torre, sino de una espadaña para las campanas. A los pies hay un coro alto, réplica modesta del de San Juan Evangelista de Berriz. En el interior destaca el retablo barroco. El aspecto que Andikoa presenta hoy en día se debe a una restauración de 1949.

 

Créditos

Textos: Jose Ángel Barrio Loza Fotografías: Santi Yaniz

Acceso

Salimos de Berriz hacia Markina y una vez rebasada la ermita de San Lorenzo por la derecha, tomamos el desvío a la izquierda que nos indica Andikoa Auzoa.

Localización

Barrio de Andikona.

Información

Sobre su alto emplazamiento, el Santuario de Andikona aparece como una pequeña cofradía, una feligresía rural de caseríos que desde hace siglos se han ido agrupando en torno a su templo, en este caso un pequeño santuario mariano de radio local. La belleza del emplazamiento en la falda del monte Oiz y el encanto del edificio son otras tantas invitaciones a visitarlo.

Edificio

Es un templo gótico distribuido en una nave de tres tramos. A la cabecera hay una sacristía y al flanco de mediodía un pórtico. No dispone de torre sino -como ocurre en los templos rurales- de una espadaña para las campanas, no plantada a los pies sino en el flanco de mediodía.

De estilo gótico, muy proporcionado y armónico, apareja en sillería dorada sus muros, que se perforan para trasmitir luz al interior y para permitir el acceso. Acceso y ventanas responden también al mismo estilo; áquel es apuntado y las otras unas veces apuntadas y otras redondas, en varios casos claraboyas dotadas de l a característica tracería de diferentes diseños.

Los tres tramos se abovedan; el primero, que es levemente más estrecho, con crucería simple de dos nervios cruzados y una clave; los otros dos a base de un diseño de estrella de cuatro puntas de nervios todos rectos y cinco claves (bóveda de tercelete). Normalmente los nervios apean en ménsulas o repisas adosadas alos muros que, al igual que las claves, suelen decorarse a la manera gótica, es decir con historias esculpidas.

A los pies hay un coro alto, una réplica, con acabados algo más modestos pero muy dignos, del de San Juan Evangelista de Berriz. Descansa en dos arcos sobre columna y presenta un antepecho de columnillas. Dos medallas en las enjutas de los arcos datan el coro del AÑO / 1598.

El edificio es una obra inédita, cabalmente datable hacia el año 1520, en clave gótica, del característico gótico urbano y rural vasco de comienzos del siglo XVI. Sin embargo, el culto debía de ser muy antiguo en el lugar a juzgar por la información que arroja una estela epigráfica procedente del entorno, fechable en el siglo XI. No obstante, de esa época tan remota no hay ninguna constancia en Andikona.

La espadaña, después de diferentes avatares, data del año 1789 y es obra del maestro elorriano Gabriel de Capelastegui. La sacristía es un poco anterior, del año 1774, y fue rematada por Domingo de Abaitua por 1.685 reales.

El aseado aspecto que hoy día presenta la iglesia se debe a una restauración del año 1949, fecha en la que el Santuario de Andikona ya era apreciado como una pequeña joya del patrimonio colectivo.

Mobiliario

Destaca el retablo, encajado en el testero, de apreciable madera policromada. Su estilo es barroco, en su fase churrigueresca, si bien algunos detalles anuncian ya el rococó. En su casa principal acoge a la titular, una pequeña talla de Andra Mari caraterística de Bizkaia, datable de la primera mitad del siglo XIV. Hay documentos que atribuyen el retablo (1735) a los retablistas montañeses Agustín de Quintana y Domingo de Soano. Por su parte, el dorado fue realizado por Luis Foncueva en 1763.
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